En ocasiones tendemos a
usar freses que no tenemos la menor idea del porque la usamos, simplemente la
heredamos de nuestros antepasados; la mencionamos una y otra vez porque son
parte del la jerga coloquial del día a día. En esta ocasión estamos hablando de
la palabra “tolete”.
Ej. cuando una persona,
ya sea mujer u hombre, hace algo de notoriedad para los demás y que sobresalta
en ciertas hazañas o valor, se tiende a decir, ese hombre es un tolete de hombre,
esa mujer es un tolete de mujer. Pero, ¿de
dónde sale esa frase tan típica que se aplica a la osadía o a la valentía de una
persona en República Dominicana?
Durante la primera
intervención militar de Estados Unidos en República Dominicana, entre 1916 y
1924, fue característico que se activaran movimientos sociales que expresaban
variantes de la resistencia al programa de los ocupantes.1 En lo fundamental
estos movimientos existían desde los años previos al establecimiento del
Gobierno Militar, pero a partir de este tomaron una dimensión
significativamente mayor y adquirieron nuevos matices. Por ello, los ocho años
que duró la ocupación se caracterizaron por la intensidad de los movimientos
sociales, lo que se puede atribuir a la combinación de los elementos subjetivos
que introducía el dominio extranjero con el rechazo a la culminación de los
programas de modernización que
1 Una visión exhaustiva de la época en Bruce Calder, The
Impact of Intervención, Austin, 1984.
venían siendo esbozados en el seno del Estado
dominicano desde décadas anteriores.
Pedro
Celestino del Rosario, conocido por todos como Tolete, fue
uno de los guerrilleros más célebres. Ostentaba el título de general desde poco
antes de 1916 y se incorporó a combatir en la primavera de 1917.
Tenía ya formado el
talante de «gavillero» en 1916, señalándose como personaje connotado en las
llanuras al sur de Hato Mayor por sus relaciones con figuras como Zenón Ovando
y Salustiano Goicoechea del bando horacista o más bien antijimenista.
De ahí ganó fama como
gavillero, aunque se reconocía que en realidad sus acciones no se correspondían
a las de los bandoleros. Su mismo padre, Carlos Begazo, mayoral de la familia
Casasnovas, participaba de las sospechas sobre su hijo, pero terminaba
concediéndole la bendición cuando este se la solicitaba de rodillas.1 Algunos
no opuestos a los guerrilleros, por tal razón, calibraron que su capacidad de
ejercer la violencia era producto de su bellaquería.2
Estaba dotado de una
tesitura fuertemente individualista, que llegaba a lo anárquico. Alternaba la
proclividad a la violencia
1 Entrevista con Juan Casasnovas Garrido.
2 Entrevista con Aguasanta Quiroz.
y al desorden crónico
con la dedicación al trabajo cuando era preciso y un sentido escrupuloso de la
honradez.
Pese a su condición de general, Tolete se ubicaba
en el estrato más pobre de los jefes guerrilleros. En los períodos de paz, se
consagraba a las labores de tumbe y habite de los bosques para el fomento de
colonias cañeras, actividad de la que se obtenían ingresos mayores que en el
corte de la caña. Se distinguía por una fuerza tan descomunal que le
permitía dominar un toro, así como por la capacidad de ingerir enormes
cantidades de comida. 3Tenía
facetas jocosas y simpáticas, lo que no le impedía desempeñarse con extrema
dureza cuando era necesario. Se hacía llamar la Marimanta y se rodeaba
invariablemente de una jauría de perros por su afición por la cacería.
Al ocupar posiciones de
guardacampestre, como era común en la época entre sujetos con inclinación a la
violencia, se mostró enérgico en la disposición de combatir el delito,
ganándose la fama de hombre de orden al servicio de los hacendados. «Como
mayoral de La Pringamosa, los terratenientes y las autoridades lo respaldaban
en su cacería de los cuatreros, a los que fusilaba y enterraba con una cruz
[...] en cualquier camino; pero otros hacían lo mismo para culparle de crímenes
que no
3 Entrevista con Barbarín Mojica. Era sobrino de Tolete y
lo trató muy de cerca.
ejecutó».4 Una
plena de la época evocó su disposición a eliminar a los delincuentes.
Tolete
tú me vá matá,
Tolete
por la madrugá...
Tolete
ya lo rulo ́tan,
Tolete
pa ́comé con pan.5
Sus antecedentes,
vínculos y constitución personal lo arrastraron a la rebelión a inicios de
1917, levantando una tropa que se asoció a la de Evangelista. Con independencia
de la naturaleza de sus relaciones con este, Tolete mostró desde un principio
una orientación de independencia personal. También se sabe que Evangelista lo
entregó en julio de 1917 con el fin de congraciarse con los norteamericanos,
tras lo cual fue condenado a guardar prisión durante 99 años. Animado por el
deseo de combatir, se escapó de la fortaleza Ozama en 1919 y, casi de
inmediato, volvió a formar una cuadrilla. Al igual que lo había hecho con
Evangelista, desde cierto momento alternó una relación de subordinación con
Martín Peguero que no excluía una independencia de mando que para él resultaba
vital.
Odiaba
intensamente a los norteamericanos, a quienes calificaba comúnmente como «culos
colorados», y mantuvo acciones ofensivas que, al decir de
Barbarín Mojica, les ocasionaron bastantes bajas. Su efectividad militar,
empero, no parece haber sido demasiado notable. Estaba, ciertamente, revestido
de las condiciones del guerrillero que sabía cómo sobrevivir, pero su actitud
desordenada provocaba muchas bajas entre sus filas. Señal de ello fue que,
cuando se entregó en 1922, contaba con escasos seguidores. A la luz de esto, es
probable que, de no haberse vinculado a Peguero, no habría sobrevivido durante
esos tres años.
4 Sosa Jiménez, Hato Mayor, p. 391.
5 Ídem., p. 392.
Resulta
incontrovertible que, al igual que otros jefes, Tolete pedía contribuciones
forzosas o robaba con el exclusivo fin de alimentar a su tropa. Es probable
que, por razones de carácter, a veces lo hiciera con bastante violencia, de
donde tal vez se originó la leyenda adversa que lo rodeaba.
Reclamaba continuamente
su condición de general revolucionario estimulado por una motivación patriótica
y, desde ese ángulo, se diferenciaba de cualquier comportamiento que a su
juicio cayera dentro del bandolerismo. Por tal empeño, fue tal vez el jefe
guerrillero que con más saña se dedicó a perseguir a los delincuentes, tanto
dispersos de las grandes cuadrillas como de pequeñas bandas independientes.6
Sus reclamos, por eso, fueron más morales que políticos, y retó en varias
ocasiones, de manera muy discutible, a que cualquiera le probase que disponía
de bienes ajenos.7
Por tal razón, la aureola de bandido se mezcló con la visión de que era un
sujeto serio a cabalidad que garantizaba el orden en sus zonas de influencia.
Sin embargo, compelido
por la necesidad de la supervivencia, es aceptable la versión de que permitió
la incorporación de pequeños delincuentes, como habitantes de La Cañada y
Capote, comunidades que constituían nidos de violencia.8 Esta incorporación de
ladronzuelos se debía a los lazos familiares que Tolete tenía con algunos de
ellos. Pero sus seguidores, sin duda, debían andar con cuidado, ya que en caso
de que se excedieran en una acción delictiva corrían el riesgo de ser
fusilados.9
Isla Abierta, año XVIII, núm. 765, 12 de diciembre de 1999.
6 Entrevista con Luis Vásquez.
7 Ídem.
8 Ídem.
9 Ídem.
Fuente:
Roberto Cassá, Nacionalismo
Y Resistencia Contra La Ocupación Americana de 1916.
Archivo General de la
Nación Volumen CCCXVI Santo Domingo 2018.
P.
148-150.
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