“Hay una
isla deliciosa como una fruta, fresca como el rocío, noble como una princesa,
bella como una flor; hay una isla creada el séptimo día, después de terminado
el mundo, solo para embellecerlo y adornarlo. Hay una isla abrigada como un
nido, alta como una estrella, espléndida como un tesoro de los adorables
cuentos árabes, hay una isla encantadora, llena de luz y de armonías, beldad de
la naturaleza, novia del cielo, cuyo dulce nombre no lo diré; callado queda,
guardado lo llevo, oculto está, escrito con letras de oro aquí en mi
corazón”.
Américo Lugo