Por Carlos Ferreras
Introducción:
Es menester saber que el historiador y los hechos
están netamente ligados al historiador, y esto genera barios conflictos de
diferentes perspectivas, conflictos sociales, conflictos sentimentales,
conflictos políticos, conflictos religiosos, pero sobre todo un conflicto con
la transmisión de la verdad histórica de los hechos. Pues como podemos desligar al historiador de
los intereses que le apasionan en los hechos, con la verdad misma de los
mismos. Esta es una discusión casi eterna de los grandes conflictos en las
academias de la facultad de historia, como ocurrió en lo que se llamó la
historia moderna de Cambridge, una historia del mundo en su totalidad que tuvo
sus inicios en la era de los descubrimientos del siglo 15 publicada por la
misma universidad de Cambridge en Inglaterra y por los Estados Unidos de
Norteamérica.
El objetivo de este informe de lectura es presentar el dilema que
genera el historiador y los hechos y que tan leales puede ser el historiador
cuando está ligado a los mismos.
Este informe está estructurado bajo el tema, la
historia y el historiador.
El siglo 19 fue una época de neurálgica para los
hechos, pues era la era de los positivistas cuya filosofía positiva se
afianzaba en el hecho de que el saber genuino tenía una limitante y era la
hermenéutica de los hallazgos de corte positivos o reales, por lo tanto, tenía
que ser verificables, de ahí que todo lo que concernía al conocimiento de la
investigación era una experiencia que se derivaba de la naturaleza misma y esa
era una investigación verdadera, de manera que el conocimiento más que provenir
de una investigación se derivaba de una experiencia de los sentidos, sensorial
usando la razón y lógica para interpretarla, y eso, empirismo de los sentidos
era el conocimiento.
El dilema es que esta teoría empírica del conocimiento
separa al sujeto del objeto, o al menos eso es lo que presupone. Los hechos
inciden en la observación desde el exterior, por lo cual esto hace distinto el
hecho histórico de las conclusiones del historiador. Es de aquí que el
positivismo del siglo 19 estaba empeñado en conciliar su apología personal de la historia como ciencia, de manera que su lema era, que primero había que
averiguar los hechos y más tarde se deducían las conclusiones propias.
Yo soy de los que creo que a pesar de la realidad de
que los hechos solo hablan cuando el historiador apela a ellos y él es quien
decide que paso y orden y contexto va a transmitir en su selección, el
historiador no puede separar esta elección de la información de los hechos, de
su realidad fáctica, y si no la tiene simplemente usar la frase se cree,
posiblemente, probablemente, pero jamás desligar los hechos de su propia
realidad cuando la misma la tiene. Pues no estamos en la era del positivismo
empírico, sino en la era científica, pues un hecho histórico es aquel en
el que el historiador debe precisar su investigación a pesar de que existe, y
que sea dado como un hecho por el sentido común, de manera que el historiador
debe fundarse en las ciencias auxiliares, la arqueología, la historiografía, la cartografía, la arqueología, la
epigrafía, entre otras, ciertamente sin historiador no se puede conocer el
hecho, y de ahí es el compromiso serio con la verdad.
En vista de que somos seres emocionales, no podemos
negar el complemento emocional e inclinatorio que pueda tener el historiador al
presentar o narrar los hechos investigados, sin embargo, ese orden de
transmisión en la forma en que lo organiza y lo publica no puede separarse de la
verdad, eso incluye la interpretación personal que el le pueda dar, dando a
conocer al lector que es su interpretación, por lo cual no existe una
independencia absoluta de la interpretación y el complemento emocional del
historiador.
¿Qué es la historia?
Para mí la historia son hechos que el tiempo va formando en todo su esplendor
primitivo, prehistórico, aun cuando no existía la escritura, social, cultural,
religioso, político, económico, incluyendo todas aquellas estructuras que nos
cuentan su pasado sin tener conciencia humana sino con solo estar imponente en
el tiempo dejando así los destellos de un pasado que se perdió, pero que a la
vez permanecen sus huellas como las huellas de la prehistoria, y esos son
hechos, hechos que se hacen fácticos cuando el historiador apiadado de las
ciencias auxiliares le da vida y lo ubica en el calendario del tiempo entre el
futuro y el presente.
Conclusión
El historiador y los hechos históricos son dependiente
uno de los otros, me atrevo a decir que son siameses, sin embargo, cuando en
los siameses genera un problema médico que hace que la vida de los dos peligre,
entonces hay que tomar carta en el asunto. Por lo cual el historiador tiene que
ligar su alma a los hechos, enamorarse de ellos, escudriñarlos y luego hacerlo
patente, pues es el historiador que habla por los hechos y no los hechos por el
historiador, en el sentido de que unas ruinas o el hallazgo de una estatua no
puede hablar por si sola, pues es materia muerta, es ruina inerte. Ligarse a la
historia misma es ligarse a los hechos, es comprometerse con la buena
información y responsabilidad del sacerdocio de esta carrera eterna.
Informe sacado del libro de Kahler Erirch Que Es La Historia. Traducción de Juan Amela.