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SOBRE LOS ABOGADOS Y LOS HISTORIADORES



Existe un artículo publicado en fecha del 14 de noviembre del 2009 vía Listín Diario, donde el ilustre historiador dominicano Frank Moya Pons habla de manera vehemente y precisa, sobre los abogados y los historiadores.

Sobre esta opinión tan concretamente interesante del mencionado historiador, haremos un resumen en nuestras propias palabras sobre los abogados y los historiadores, expresando lo que transmite Frank Moya Pons, pero a manera de resumen.

El historiador hace mención al hecho de que en América Hispánica los que desarrollaban la labor histórica, la plantaban y la expandían, eran los que habían estudiado las ciencias jurídicas. Aparte del servicio de cómo abogados, había quienes servían al estado en el área política y administrativa, del mismo modo practicaban la ley y la historiografía adjuntas al servicio público.

A pesar de las excepciones que hubo a esta práctica, cabe destacar que las ciencias jurídicas por su gran abarque en las diversas ramas gubernamentales, la filosofía, la historia, la administración, el derecho internacional, entre otras, era el camino más factible para pasar convertirse en un historiador, por lo cual todos los caminos conducían a estudiar leyes en las universidades o instituciones de educación superior.

 Fue esta influencia de los abogados que influencio la investigación y los escritos de la historia en América Latina por más de cien años y le dio el paso a la historiografía, lo cual produjo que tanto el acontecer político y el desarrollo del Estado pasaran a ser en el enfoque principal de la historia, pus los estudios de investigación se hacían desde el alma de la toga.

Es así que las enseñanzas, las investigaciones, las indagaciones sobre la historia tuvieron un enfoque dominantemente enfocado en lo constitucional, la historia de las ideas políticas, la vida de los gobernantes, la diplomacia, el estudio de las relaciones internacionales, en suma, no había diferencia en hacer historia y hacer o contar sobre la política, por lo cual la historia consistía en escritos sobre los eventos políticos sobre la formación de la nación, esto dio lugar que las primeras historias nacionales latinoamericanas se escribieron para exponer o declarar el surgimiento de los estados nacionales.  

La edificación y el organigrama de estos estados requería una formación basada en cánones constitucionales, que se derivaron del modelo estadounidense y del modelo francés, surgidos en dos revoluciones liberales, la antinacionalista y democrática, que era la de EE. UU., y la revolucionaria y anti-feudal, la de Francia.  

Estos constructores de los estados latinoamericanos crecieron y se formaron bajo el monumental Código Civil Napoleónico, que fue considerado como un modelo perfecto para regular la vida social civilizada. Es por ello que narrar las informaciones de la formación de las repúblicas y Estados nacionales, no existía nadie más preparado para explicar ese procedimiento, que un abogado o un jurista. Fue esto que dio lugar a que las grandes historias naciones latinoamericanas que se escribieron en el siglo 19 y en la primera mitad del siglo 20, fluyeron del puño y letra de los abogados. Esto era tan notable que en el siglo 20 se podía notar la influencia del Derecho en la historia y geografía latinoamericana.

Moya Ponts nos recomienda en su escrito, el cual es estoy parafraseando, leer los libros de 6 autores conocidos por los especialistas en la historia colonial latinoamericana, como de Silvio Zavala, de José María Ots, Capdequi, de Javier Malagón Barceló, Ricardo Levene, Enrique Gandía y Alfonso Garcia Gallo, entre otros, los cuales fueron autores que se enfocaron en los puntos formales de la historia constitucional y todos comenzaron su carrera estudiando ciencias jurídicas.

La mayoría de estos historiadores ya mencionados parten comúnmente sus análisis de la historia de los acontecimientos, basado en que la ley retrata la realidad social. De manera que ellos presumían que, si la ley ordenaba que se realizara algo, era porque ese algo ocurrió, y si la ley lo prohibía, suplente, ese hecho no ocurrió.

Sin embargo, no es así que funciona la realidad social, y los funcionarios coloniales principales lo sabían, cando recibían células reales y leyes redactadas en España, las cuales traían órdenes que no podían darle cumplimiento. Desde el Virrey hasta el alcalde, recibían las instrucciones metropolitanas que no tenían sentido en la sociedad colonial.  

Esto era tan así que ha mediado de los 1960 todavía estaba esta influencia historiográfica de corte institucionalista en América Latina, obras de los comienzos de la colonización española y los celularios indianos publicados estaban enfocadas en el estudio de las leyes de indias sus autores se expresaban de la colonización y su proceso basado en los mandatos de las leyes, pues entendían que esos textos presentaban la realidad política y social, pero esto resultaba ser todo lo contrario, ya que lo que reflejaban las leyes coloniales y republicanas era la el esfuerzo del gobierno en resolver o prevenir conflictos y regular, conductas, más que la parte normativa de las leyes. Estos considerandos y estas motivaciones son las que permiten al historiador reconocer como se manejaba la realidad del entorno social. Estudiando estos conflictos de estas leyes es que el historiador puede reflexionar su lectura de manera distinta a como la realizaban los abogados y escritores de esta formación de mentalidad jurídica.

Ejemplo: si estudiamos las leyes de Burgos dictada por Corona española en 1512 con el propósito de regular la mano de obra de los indígenas en la Española y las demás islas antillanas, nos enteramos de los conflictos políticos entre colonos y autoridades reales de la Corona española, de esa manera si damos lectura a las ordenaciones y las prohibiciones legales entonces el historiador entenderá el retrato fiel de la realidad social y política que se trataba de ordenar dentro del marco de la ley.  

Otro ejemplo es cuando se lee una ley que le daba órdenes a los encomenderos darle alimentos a sus indios con casabe, ñame, ají y sardinas, podemos enterarnos de que esos alimento ni siquiera lo estaban suministrando. Cuando leemos la ley que prohibía a los encomenderos no enviar las mujeres a trabajar en las minas, eso nos indica que era común hacer eso, entre otras prácticas.

El historiador del tiempo presente tiene que leer las leyes de una forma diferente a los juristas, pues para estos peritos la ley debe aceptarse por la validez tal y como están escritas, porque a si conviene al interés de su cliente, del Estado o de la Justicia, según sea el caso que se presente. El dilema es que la ley no es la realidad, normativa no da un retrato completo de la realidad social, la ley busca moderar el comportamiento de los individuos en la sociedad, de esa manera premia, castiga, perdona; en este caso el historiador puede estudiar en lo que paso en ese entorno social de manera histórica, ejemplo, para qué se ordenó esa regulación.

Frank Moya Pons nos dice que los historiadores dominicanos contemporáneos, les ha tocado un gran reto, pues tienen una mina enorme de datos que apneas han sido tocadas como fuente primaria para el estudio de la historia nacional. El mismo hace referencia a esa colección de Leyes, Decretos, y Resoluciones de los Poderes Ejecutivos y Legislativo de la República Dominicana, que contiene toda esa información desde el año 1844 hasta la fecha. Paralela a esta colección es la “Gaceta Oficial de la República Dominicana” “que, aunque muy parecida en contenido, no es idéntica a la colección de Leyes y Decretos”.

Si leemos y estudiamos estas dos colecciones, los historiadores pueden penetrar en muchos conflictos sociales, económicos, políticos y culturales que han marcado el desarrollo de la sociedad dominicana desde su independencia   hasta hoy.   En estas colecciones aparecen retratadas muchas cuestiones que nunca han sido escogidas en los textos tradicionales de la historia, no en los modernos tampoco, pero que hoy tienen una enorme relevancia para comprender la formación dominicana.

Fran nos dice que ha llegado el momento en que los historiadores dominicanos realicemos una nueva lectura de la Colección de leyes, Decretos y Resoluciones, y de la Gaceta Oficial, para examinar esos textos con criterios formadores a partir de las teorías y métodos de las modernas ciencias sociales. Estas Materias ofrecen formas alternativas de interpretación, muy diferentes a la lectura Jurídica tradicional.  

Un ejemplo es una ley contra la vagancia que fue promulgada a mediados del siglo 19 para “moralizar la sociedad”, dicha ley en este tiempo podía leerse como un esfuerzo de los poderosos terratenientes por hallar empleados para ponerlo fijo en sus propias fincas en tiempos de densidad geográfica, o falta de personal y la mucha demanda. También podría leerse como parte del interés del Estado de reunir más hombres para la guerra de independencia que se libraba contra Haití.

Para concluir, Fran Moya Ponts presenta un listado del fenómeno de los abogados historiadores, del cual yo solo mencionaré los que me son conocidos, el cual es el siguiente:

Manuel de Jesús Goico Castro, Américo Lugo, Manuel Arturo Peña Batlle, Gustavo Adolfo Mejía Ricart, Pedro Mir, Joaquín Balaguer, Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, Hugo Tolentino, Euclides Gutiérrez, Felix, Jaime de Jesús Domínguez, Wenceslao Vega, entre otros.

Moya Pont afirma que, a diferencia de sus colegas extranjeros más antiguos, varios de los colegas mencionados se formaron dentro de la tradición moderna de las ciencias sociales y por ello trabajan alejados de la corriente formalista e institucionalista latinoamericana, y escriben hoy una historia muy diferente a la de Zavala, Levene, Ost Capdequi y Garcia Gallo. En suma, es leyendo las ordenanzas legales, y sus prohibiciones, que el historiador puede sustraer un retrato fiel de la realidad social y política que la ley trataba de ordenar en esos tiempos.

SOBRE EL HISTORIADOR Y LOS HECHOS

 

Por Carlos Ferreras 

Introducción:

Es menester saber que el historiador y los hechos están netamente ligados al historiador, y esto genera barios conflictos de diferentes perspectivas, conflictos sociales, conflictos sentimentales, conflictos políticos, conflictos religiosos, pero sobre todo un conflicto con la transmisión de la verdad histórica de los hechos.   Pues como podemos desligar al historiador de los intereses que le apasionan en los hechos, con la verdad misma de los mismos. Esta es una discusión casi eterna de los grandes conflictos en las academias de la facultad de historia, como ocurrió en lo que se llamó la historia moderna de Cambridge, una historia del mundo en su totalidad que tuvo sus inicios en la era de los descubrimientos del siglo 15 publicada por la misma universidad de Cambridge en Inglaterra y por los Estados Unidos de Norteamérica. 

El objetivo de este informe de lectura es presentar el dilema que genera el historiador y los hechos y que tan leales puede ser el historiador cuando está ligado a los mismos.

Este informe está estructurado bajo el tema, la historia y el historiador.

El siglo 19 fue una época de neurálgica para los hechos, pues era la era de los positivistas cuya filosofía positiva se afianzaba en el hecho de que el saber genuino tenía una limitante y era la hermenéutica de los hallazgos de corte positivos o reales, por lo tanto, tenía que ser verificables, de ahí que todo lo que concernía al conocimiento de la investigación era una experiencia que se derivaba de la naturaleza misma y esa era una investigación verdadera, de manera que el conocimiento más que provenir de una investigación se derivaba de una experiencia de los sentidos, sensorial usando la razón y lógica para interpretarla, y eso, empirismo de los sentidos era el conocimiento.         

El dilema es que esta teoría empírica del conocimiento separa al sujeto del objeto, o al menos eso es lo que presupone. Los hechos inciden en la observación desde el exterior, por lo cual esto hace distinto el hecho histórico de las conclusiones del historiador. Es de aquí que el positivismo del siglo 19 estaba empeñado en conciliar su apología personal de la historia como ciencia, de manera que su lema era, que primero había que averiguar los hechos y más tarde se deducían las conclusiones propias.

Yo soy de los que creo que a pesar de la realidad de que los hechos solo hablan cuando el historiador apela a ellos y él es quien decide que paso y orden y contexto va a transmitir en su selección, el historiador no puede separar esta elección de la información de los hechos, de su realidad fáctica, y si no la tiene simplemente usar la frase se cree, posiblemente, probablemente, pero jamás desligar los hechos de su propia realidad cuando la misma la tiene. Pues no estamos en la era del positivismo empírico, sino en la era científica, pues un hecho histórico es aquel en el que el historiador debe precisar su investigación a pesar de que existe, y que sea dado como un hecho por el sentido común, de manera que el historiador debe fundarse en las ciencias auxiliares, la arqueología, la historiografía, la cartografía, la arqueología, la epigrafía, entre otras, ciertamente sin historiador no se puede conocer el hecho, y de ahí es el compromiso serio con la verdad.

En vista de que somos seres emocionales, no podemos negar el complemento emocional e inclinatorio que pueda tener el historiador al presentar o narrar los hechos investigados, sin embargo, ese orden de transmisión en la forma en que lo organiza y lo publica no puede separarse de la verdad, eso incluye la interpretación personal que el le pueda dar, dando a conocer al lector que es su interpretación, por lo cual no existe una independencia absoluta de la interpretación y el complemento emocional del historiador.

¿Qué es la historia?

Para mí la historia son hechos que el tiempo va formando en todo su esplendor primitivo, prehistórico, aun cuando no existía la escritura, social, cultural, religioso, político, económico, incluyendo todas aquellas estructuras que nos cuentan su pasado sin tener conciencia humana sino con solo estar imponente en el tiempo dejando así los destellos de un pasado que se perdió, pero que a la vez permanecen sus huellas como las huellas de la prehistoria, y esos son hechos, hechos que se hacen fácticos cuando el historiador apiadado de las ciencias auxiliares le da vida y lo ubica en el calendario del tiempo entre el futuro y el presente.

Conclusión

El historiador y los hechos históricos son dependiente uno de los otros, me atrevo a decir que son siameses, sin embargo, cuando en los siameses genera un problema médico que hace que la vida de los dos peligre, entonces hay que tomar carta en el asunto. Por lo cual el historiador tiene que ligar su alma a los hechos, enamorarse de ellos, escudriñarlos y luego hacerlo patente, pues es el historiador que habla por los hechos y no los hechos por el historiador, en el sentido de que unas ruinas o el hallazgo de una estatua no puede hablar por si sola, pues es materia muerta, es ruina inerte. Ligarse a la historia misma es ligarse a los hechos, es comprometerse con la buena información y responsabilidad del sacerdocio de esta carrera eterna. 

 Fuente: 

Informe sacado del libro de Kahler Erirch Que Es La Historia. Traducción de Juan Amela. 




LA HISTORIA Y EL HISTORIADOR


Por Carlos Ferreras 
Introducción:

Es de suma importancia para la formación de un aspirante a historiador conocer a carta cabal o plenitud, ¿qué es la historia y cuál es la misión del historiador? Pues una vez se entienda esto, entonces es que nos montaremos en el tren del triunfo para lograr el éxito de esa gran misión, que por la fata de compresión de estos términos en muchas ocasiones tiende hacer una misión incumplida. De manera que el objetivo de este informe de lectura es presentar la importancia emergente de la preparación académica del historiador en todo su esplendor como del profesor universitario en esta área del saber.   

Este informe está estructurado bajo el tema, la historia y el historiador, que es un personaje histórico, y diferencia entre la historia y el historiador, los cuales adornan en todo su esplendor el tema central, y una conclusión.

·       La historia y el historiador.

·       ¿Qué es un personaje histórico?

·       Diferencia entre la historia y el historiador.

·       Conclusión:

¿Qué es la historia?

El insigne literato dominicano el profesor Juan voz hace una crítica constructiva a la semántica que usa el grandioso diccionario de la Real Academia, al afirmar que ciertamente la historia no es una narración y exposición fácticamente verdadera de los acontecimientos del pasado como admite el diccionario, sin embargo, admite que dicho material dice la verdad en parte, al afirmar que la historia es narración y exposición verdadera, a sabiendas de que lo de exposición verdadera demanda más compromiso y claridad, pues en ocasiones tenemos hechos que son presentados como fácticos, pero cuando nos adentramos en su investigación profunda, son un fiasco histórico patentizado como verdad por la influencia común repetitiva de los tiempos.  

La historia es más que una narración del tiempo pasado o presente, la historia es la propia cultura y su desarrollo en todo el sentido de la palabra, la historia es arqueología y hallazgos, es una obra de arte creada por los humanos, a veces sombría, a veces con pinturas que parecen indescifrables y lienzos fragmentados por el tiempo, de ahí la importancia y dedicación que tiene que tener el historiador, el cual tiene que convertirse en un científico de arma y cuerpo, un ratón de las ruinas del pasado y el presente para construir el informe correcto del futuro. Es de aquí que el historiador tiene un compromiso con la verdad, no con el repetir, pues no es un papagayo o loro, es un constructor de la verdad y en ocasiones para construir un edificio de manera ecuánime hay que deconstruir lo que ya se tenía como estructura infalible, y reparar los daños. Es de aquí que la historia es un compromiso serio con la verdad, el presente, pasada y la futura.

¿Qué es un personaje histórico?

En vista de que la historia es una expresión del tiempo totalmente humana, dejadas como marcas en las huellas de los siglos, desde las pinturas rupestres de la prehistoria hasta el siglo presente, es menester estar consciente de que los personajes que intervienen en la historia sin importar lo positiva, negativa, oscura, fangosa o pantanosa sea su legado en el tiempo, son los personajes históricos.

¿Diferencia entre la historia y el historiador?

Existe una disimilitud, una disparidad entre estas dos palabras, un historiador no es un narrador de acontecimiento, suceso, evento, acaecimiento, incidente y casos que ocurrieron u ocurren en el tiempo, pues cualquiera puede hacer ese trabajo, por ejemplo, los periodistas y escritores en su mayoría se dedican a eso, por tanto, no podemos confundir al historiador con un narrador de hechos o redactor de casos ocurridos, pues el historiador es un forjador de la verdad, en consecuencia más que un narrador es un investigador, un científico que tiene que partir del método científico para presentar sus escritos históricos, es de aquí la certeza que debe tener el historiador antes de transmitir su narrativa, pues la misma tiene que ser el producto de una investigación y no una mera locución de presuntos hechos noticiosos sin ninguna prueba.

Es de aquí que si es necesario hacer una deconstrucción de los hechos narrados por escritores facinerosos, sin compromiso con la verdad, sino que están casados con el morbo y la oscuridad de la verdad, el historiador serio y comprometido con el trabajo de investigación académica, que se ha casado con la verdad y se ha puesto el anillo del valor, del compromiso que conlleva el sacerdocio de esta carrera hasta que la muerte lo separe, tiene que estar dispuesto a decir la verdad o simplemente a guardar silencio, si así lo decide, pero jamás camuflar, disimular, encubrir, disfrazar, enmascarar la verdad para distorsionarla a cambio de la mentira de la historia. Es de aquí que si es necesario tiene que estar dispuesto a morir por la verdad.

Conclusión:

La historia y el historiador es un compromiso con la verdad y nada más que verdad, la cual tiene que partir de la investigación científica, no de la narrativa de segundos, y en caso de ser usadas, las mismas tienen que ser verificadas sus fuentes, por lo cual tiene que tener una mente altamente critica, y sobre todo mucho valor.

Fuente:

La fuente de este resumen fue sacada del texto original de Juan Bosch Política: Teoría y Acción, año 11, No. 129, diciembre 1990, bajo el título, Palabras De La Historia Y El Historiador.


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